Cultura narco y tributo Marzo 2014
A lo largo de los años,
se ha ido generando una percepción muy particular entorno a la vida
de los delincuentes, pues la publicidad ha sido muy, muy eficiente
para ensalzar la figuras del narco.
Es el sueño americano
versión capo, ser holgazán, macho y despilfarrador sin límite ni
conciencia; pero igual que el sueño americano, encubre una cruda y
triste realidad que a muchos atrapa sin regreso.
La cultura narco nace
como un escape de la realidad y como el anhelo de obtener aquello que
honestamente no se logra pero se desea con desesperada urgencia y a
que los humanos absorben todo, digieren todo y se adaptan a las
circunstancias aun cuando sean adversas. De ésta cultura nacen los
personajes convertidos en iconos o en Santos y Patronos que solo
contribuyen a crear modelos de conducta.
En regiones con menos
acceso cultural, los jóvenes adoptan sus patrones del medio que les
rodea, y si no tiene diversidad de música, moda o modelo a seguir,
simplemente absorben lo que en su naturaleza identifican como muestra
de rebeldía.
Mientras que en el
entorno político, los que inician luchando por una causa social,
sucumben a la aplastante presión de gente adinerada y sin
escrúpulos, provocando de esta forma que el criminal se apodere del
sistema.
“De que lloren en mi
casa, mejor lloren en la tuya” decía un refrán que deja de
manifiesto el cruel razonamiento social de la época; sin ser
sentimentalistas, podría plantearse como hacerle para que no lloren
en ambas... ya que después se deforma el refrán a: "de que
tengan hambre en la mía, mejor que lloren en la tuya..." y
así se descompone la noble sociedad.
La guerra contra el narco
solo ha beneficiado a los proveedores de armas, empresas de
seguridad, agencia de inteligencia, a algunos mercenarios que
obtienen contratos especiales, a grupos delictivos con la eliminación
de competencia, a algunos servidores públicos que se sirve de las
arcas del estado. Y claro también se beneficia el gobierno con un
éxito más, similar a los videojuegos, donde lo importantes es
coleccionar reos o cadáveres y entre más famoso sea, más ranking se
gana; sin contar el valor agregado que implica tener a la sociedad en
un estado de shock permanente y pasivo.
Pero el punto es que no
se ha debilitado al narco. Ni atrapando al Chapo o matando a otros cabecillas pues la organización del crimen
organizado no es un enjambre, es más bien una estructura
para-militar descentralizada y donde conviven con diferentes entes
intercambiables.
La venta de narcóticos
se mantendrá vigente de manera legal o ilegal por siglo, a menos que
disminuyan los consumidores. Los criminales pueden o no existir todo
depende de la hostilidad del mercado y la impunidad de las leyes. Si
no, echen un vistazo a Italia (que por cierto nuestro gobierno ha
recibido sugerencias de ellos también) den una vuelta por los
puertos, plazas y suburbios y descubran lo prolíficos y
diversificados que están los capos con beneplácito de las
autoridades (desde luego sin derramar sangre o violencia, pero si
“obras sociales”).
La tarea que queda es
abrirnos a este mundo globalizado, derribar tabús y educar a las
generaciones en turno, con conciencia, respeto, tolerancia y
creatividad. Pues ya está demostrado que un individuo que se siente
aceptado, es más consciente de lo que acepta y de lo que no.
La chancla voladora solo
entrena para comprender, que el que manda tiene derecho a la
violencia y que la violencia es el único método de imponer respeto;
pero también enseña que mediante el chantaje se puede cambiar la
dirección de la chancla en incluso arrebatarle migajas de amor. Y
sin ser genios podemos ver la similitud de esta mentalidad con la de
muchos hombres nada respetables que encumbran las filas criminales,
la política y las leyes; y otros muchos miles más amaestrados para
aceptar esta realidad como única e inequívoca sin indignarse.
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